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Una Crítica al Junguianismo Astrológico


Título original:

ASTROLOGÍA PSICOLÓGICA Y JUNGUIANISMO
- UNA VISIÓN CRÍTICA –
Por Juan Antonio Revilla
Original en inglés en http://www.expreso.co.cr/centaurs/essays/jungianism.html
Traducido al Español por Nicolás Boqué

EXTRACTO
Hay una tendencia entre los astrólogos de hoy a identificar el término “Astrología Psicológica” con un producto en particular, caracterizado por la adopción del lenguaje analítico de Jung. Este artículo ofrece una definición más amplia del campo de la astrología psicológica y una perspectiva crítica de los efectos del junguianismo en la Astrología moderna. Se desarrolla con cierto detalle el ejemplo del significado atribuido comúnmente a Neptuno para mostrar los efectos del reduccionismo psicológico y la falta de un pensamiento social auténtico. El artículo presenta un resumen de lo que el autor piensa que desde el punto de vista astrológico son errores lógicos en cuanto a ideas populares como la sincronicidad y la identificación de los planetas con los arquetipos psicológicos de Jung. El foco de la presentación está puesto en los efectos negativos resultantes de la adopción acrítica y subsecuente abuso de las ideas junguianas, y su objetivo es proveer algunos rudimentos a partir de los cuales estos efectos negativos pueden seguir siendo examinados y discutidos.

CONTENIDOS:

I- EL CAMPO DE LA ASTROLOGÍA PSICOLÓGICA
II- EL ROL DE MERCURIO
III- JUNGUIANISMO Y PSICOLOGISMO
IV- MITO Y REGENCIAS
V- SINCRONICIDAD
VI- ASTROLOGÍA ARQUETIPAL
VII- ESENCIAS ARQUETIPALES
VIII- EL NEPTUNO DE LIZ GREENE
IX- EL NEPTUNO SOCIAL
X- RESUMEN Y CONCLUSIÓN



I- INTRODUCCIÓN: EL CAMPO DE LA ASTROLOGÍA PSICOLÓGICA

 La Astrología Psicológica, como la Psicología, es un campo muy diverso y amplio, con tantas posibilidades como astrólogos practicantes; de todas maneras hay una tendencia a pasar por alto esta diversidad porque muchos astrólogos erróneamente la identifican exclusivamente con el tipo de análisis junguiano o “psicología profunda”. La entrada de Wikipedia sobre “Astrología Psicológica” ilustra claramente este error, y es normal encontrar el término asociado exclusivamente al trabajo de Carl Jung y el reduccionismo psicológico de los astrólogos junguianos como Liz Greene. La Wikipedia incluso menciona a Carl Jung como el creador de la Psicología Astrológica, lo que es históricamente ridículo.
 La Astrología Psicológica es lo que hacen los astrólogos. Podemos definirla en simples términos como: la Astrología Psicológica es cuando los astrólogos tratan con el mismo asunto en la vida de sus clientes que los psicólogos tratan en la vida de sus pacientes. Pero los astrólogos no son psicólogos, entonces lo hacen “astrológicamente”, y con el tiempo y la experiencia cada uno ha encontrado su manera de hacerlo, acorde a su personalidad, talentos, limitaciones, educación, trasfondo cultural, etc.
 Más allá de las diferencias personales, del nivel de educación, conocimiento y entrenamiento, como siguen usando las mismas herramientas astrológicas (cartas astrales con distintas técnicas horoscópicas y aproximaciones analíticas para la descripción de la carta, etc.), hay ciertos factores en su trabajo que todos tienen en común. Estos factores característicamente astrológicos es lo que diferencia al astrólogo del psicólogo cuando trabaja con el mismo material, y es lo que permite a los clientes elegir si ir a un astrólogo o a un psicólogo, o a veces ambos.

II- EL ROL DE MERCURIO
 La práctica astrológica es más que nada un esfuerzo linguístico por convertir datos y coordenadas y todo tipo de relaciones abstractas diferentes en mensajes significativos para el cliente. Hay dos caras en esto: el procesamiento de los datos astrológicos, totalmente Mercuriales, y la formación del significado en el acto de la interpretación astrológica y/o sesión con el cliente. Mucho ocurre durante una sesión que nada tiene que ver con Mercurio (o con la Astrología!), y el proceso de formación de significado mismo no es Mercurial, sino solamente información astrológica que el astrólogo usa durante este proceso es Mercurial, y sin los protocolos lingüísticos y especiales habilidades lingüísticas Mercuriales (ej. tu habilidad con las palabras) no es posible “leer” o transmitir una imagen coherente a tu cliente, o a nadie.
 Se espera que los astrólogos “predigan”, tradicionalmente son “predicadores profesionales”, se espera que lean o interpreten la carta con diferentes técnicas aplicadas para que tengan significado para el cliente, pero muchas veces “decirle” no le ayuda al cliente ni un poco psicológicamente o emocionalmente, a veces hay daño psicológico en lo que uno dice o cómo lo dice, y uno pronto reconoce que los astrólogos no están entrenados como los psicólogos, simplemente tienen un potencial muy agudo, una herramienta de diagnóstico muy potente que puede informar e impresionar a sus clientes, pero no pueden hacer el trabajo de un psicólogo.
 El trabajo de un psicólogo y el trabajo de un astrólogo son entonces diferentes, y la educación del astrólogo psicológico debe concentrarse particularmente en aprender a mantener los dos tipos diferentes de trabajo separados. Si él o ella está inclinado hacia ello (y tiene el entrenamiento necesario) ambos pueden ser combinados al trabajar en sesión con un cliente/paciente, pero son esencialmente muy diferentes y el astrólogo psicológico no necesita ser un psicólogo.
 Sin embargo, los auténticos astrólogos psicológicos, - en oposición a los tradicionales predictivos – tienen algo en común con los psicólogos: es la persona, el cliente o “paciente” que viene a verlos, el asunto principal, nunca la carta. Su trabajo no es “leer la carta” sino ayudar a su cliente. El asunto crítico para ellos no es cuán acertada es la información derivada astrológicamente que pudan darle a su cliente, sino qué tan hábiles son para ofrecer algo que es terapéutico durante la duración de la sesión, cuánto pueden hacer para que la sesión astrológica tenga un efecto benéfico y sanador en el cliente.
 Cuando el astrólogo trabaja con gente en la sesión astro-psicológica, la herramienta más importante usada es la personalidad del astrólogo; su práctica es siempre una reflexión de su carta astrológica, así que la astrología psicológica no es necesariamente acerca de esto o aquella tendencia o técnica de la psicología moderna y la astrología, sino cómo el astrólogo usa sus recursos personales como se muestran en su propia carta, y no importa qué planeta esté enfatizado dependiendo de las inclinaciones personales mostradas en su carta, en lo que a la Astrología concierne Mercurio siempre será el foco esencial o filtro de su trabajo.


III- JUNGUIANISMO Y PSICOLOGISMO

 Uno no puede hablar de la Astrología Psicológica sin mencionar a pioneros del siglo XX como Alan Leo, Marc Edmund Jones y Dane Rudhyar. Cuatro décadas atrás, el movimiento de la Astrología Humanística estaba en lo alto, y Dane Rudhyar era el campeón indisputable. La gran mente maestra de la Astrología Psicológica o “Humanista” fue Marc Edmund Jones, quien yo creo que es el mayor pensador astrológico del siglo XX, y a pesar de haber recibido reconocimiento por esto, es también uno de los menos comprendidos y más consistentemente ignorados. Él puso el fundamento filosófico y teórico de la comprensión moderna de la Astrología, y sin embargo, mientras que su edificio astrológico es por completo psicológico, su contribución es ignorada o malentendida por los astrólogos de hoy.
Marc Edmund Jones
Dane Rudhyar
 Una de las razones para su negación ha sido que su aproximación astro-psicológica – a diferencia de la de Rudhyar – no sufrió del Junguianismo y que domina la mente de los astrólogos psicológicos contemporáneos. La formulación pragmática, filosófica y psicológica de la Astrología de Marc Edmund Jones es fundamentalmente incompatible con las ideas de Jung, y contrariamente a lo que se suele asumir, también está libre del teosofismo que se le atribuye confundidamente. Su gran prestigio es ensombrecido por la incapacidad de los astrólogos modernos de apreciar su contribución filosófica y teórica de la comprensión de la Astrología de hoy y del pasado.

 En términos simples podemos definir “psicologismo” como la tendencia a interpretar cualquier manifestación cultural como un epi-fenómeno de procesos psicológicos con la exclusión de los factores causales económicos, sociales, políticos, medioambientales y espirituales: éstas siempre son reducidas a manifestaciones de la psique individual o colectiva.
 El “Junguianismo” es una forma de psicologismo donde los supuestos procesos psicológicos involucrados son analizados en términos heurísticos Junguianos como “arquetipos psicológicos”, “inconsciente colectivo”, “el inconsciente” como un sustantivo en lugar de un adjetivo o adverbio, narrativas mitológicas y personajes como la expresión de estos arquetipos psicológicos, y la particular teoría Junguiana del símbolo en la que el significado del símbolo es supuestamente fija y universal sin importar el contexto, y los símbolos son las manifestaciones de esos arquetipos universales que tienen una vida en sí misma en el “inconsciente colectivo” y una memoria racial de todos los individuos.
Carl Gustav Jung
 El Junguianismo involucra la transpolación de ideas usada en psicoterapia a toda la gama de la experiencia humana, y asumen que las heurísticas Junguianas representan algo real, (ej. “el inconsciente”, “los arquetipos”), una realidad que es dada por sentado, y asumiendo que los símbolos astrológicos son la expresión de procesos psicológicos universales o arquetipos. 
 Una ilustración del Junguianismo en la Astrología moderna es el significado popularmente aceptado que se le da a Neptuno como un proceso psíquico que excluye la economía, la clase social, la relatividad cultural, la política, la historia, etc. Esto se ve particularmente cuando el significado es conceptualizado como algo “dado” universalmente, en lugar de un resultado de una construcción socialmente relativa. Otra ilustración es el excesivo o exclusivo sostén en la mitología para derivar significados astrológicos, particularmente en el caso de los nuevos planetas, ej., cuando Neptuno es visto como el dios de los océanos, Chiron como el sanador herido, etc. En mi opinión este abuso – o uso exclusivo – de referencias mitológicas es uno de los factores que ha contribuído más al caos y la confusión de la Astrología moderna.

NOTA: poniendo a la Astrología a un costado, el resultado culturalmente más empobrecedor del abuso del Junguianismo en la sociedad contemporánea – en la opinión del autor – ha sido la reducción de la experiencia religiosa y espiritual a manifestaciones de procesos psíquicos o de la acción de los tan llamados “arquetipos del inconsciente colectivo” junguianos, que deforman y nublan nuestra comprensión de estas experiencias. Este reduccionismo también ha facilitado confundirse la psicoterapia, el bienestar psicológico, mejorar la calidad de nuestras vidas, alcanzar un balance emocional saludable, etc., con el desarrollo espiritual y los caminos espirituales tradicionales como la Alquimia o la Iniciación. El empobrecimiento del nivel ideológico es concurrente con el materialismo de nuestros tiempos, de lo que las ideas de Jung son hijas. El materialismo por supuesto no en el asunto estudiado, sino en el punto de vista adoptado. Para más lectura sobre esto ver Harry Oldmeadow "C.G. Jung & Mircea Eliade: Priests Without Surplices? - Reflections on the Place of Myth, Religion and Science in Their Work", parte 5: 'The Traditionalist Critique of Jung and Eliade'

IV- MITO Y REGENCIAS
 En el sentido junguiano-astrológico, los mitos son la expresión de los arquetipos, y narrativas míticas y personajes específicos son identificados con planetas determinados en términos psicológicos u otros. Pero en la Astrología el rol del mito es más complejo que hacer una referencia directa al mismo. Desde que los significados astrológicos no están “dados” sino que son construidos como un resultado de un proceso social, cuando identificamos a un planeta con un mito a través de la educación astrológica y la socialización, el mito se vuelve engranado en nuestro proceso de pensamiento y funciona como un paradigma que consciente o inconscientemente dirige cómo construimos el simbolismo y la interpretación de un planeta en nuestras mentes.
 Una buena ilustración de cómo el significado es construido por el mito es la asociación de Plutón con Escorpio y la casa 8, o de Neptuno con Piscis y la casa 12, o de Ceres con Virgo y la casa 6. En términos estrictamente simbólicos, la asociación por signo es justificadamente más que nada por el mito, y el signo entonces refuerza la asociación durante el proceso de construcción del significado, como un mecanismo de retroalimentación.
 Por ejemplo, Neptuno como acuoso y el Señor de los Mares es naturalmente asociado con Piscis, entonces Piscis refuerza la idea de Neptuno como el Señor de los Mares = lo “acuoso”, pisciano, compasivo, humanitario, sensitivo Neptuno. Escorpio y la casa 8 son naturalmente asociadas con la muerte y la resurrección, entonces Plutón como Señor del inframundo con su secuestrada esposa Proserpina es asignada a él, y la asignación refuerza la idea de Plutón como relacionado con la muerte y la resurrección, la regeneración, pasión e intensidad, oscuridad y luz, el vuelo del fénix… Muchas observaciones sobre Plutón lidiando con su lado manipulativo y controlador, su búsqueda del poder, su afinidad con los grupos, u otras que no encajan en el mito a primera vista, son entonces interpretados psicológicamente como una compensación del miedo a la muerte o algo asimilar.
 De esa manera, las observaciones empíricas de la acción de los planetas son procesadas, interpretadas, reproducidas, amplificadas y clasificadas en términos de la asociación mítica original, reforzada por la asociación por signo.

La idea no necesariamente es que esto es incorrecto; pero es parcial y limitante, desecha ciertos aspectos importantes de la acción de los planetas que no son asociadas con el mito y así oscurecidas, en necesidad de una reinterpretación usando un marco de trabajo diferente. Esto es por lo que pienso que el paradigma astrológico, especialmente cuando está basado en asignaciones 1 a 1 (ej. Chiron = sanador herido), si es usado exclusiva o excesivamente (como es el caso de la investigación de asteroides y nuevos planetas) resulta en el empobrecimiento de la Astrología.
 El abuso de la mitología es equivalente al caos del Sistema solar definido por los astrónomos: la órbita comienza a expandir o contraerse y propagarse en otros dominios planetarios con la consecuente pérdida de estructura y predictibilidad. El significado no es más astronómico sino mitológico, el simbolismo astronómico se pierde, y el mito, que naturalmente se expande y contrae y propaga libremente en muchos campos y niveles diferentes de la experiencia humana, es forzado a encajar en un simple símbolo astronómico.

V- SINCRONICIDAD
 Si soy un pianista de concierto, sólo voy y toco. Puedo abrir la tapa del piano y ver su mecanismo que es bastante simple, sin importar lo muy melodiosa y de otro mundo que pueda ser la música que toco. Pero si nunca he abierto la tapa del piano, es posible que crea y repita algunas nociones muy fantasiosas de cómo funciona por dentro el piano.
 Mucha de esta adaptación del Junguianismo por los astrólogos modernos es así, y se deriva de nociones inadecuadas o irreales aceptadas previamente, de cuál es la naturaleza de la Astrología y cómo funciona. El concepto de “sincronicidad” es un ejemplo, e ilustra otro mecanismo de retroalimentación de cuál es la naturaleza de la Astrología que nutre otro intento de explicarla, que a su vez nutre la noción original de lo que la Astrología se supone que es.
 El concepto de “sincronicidad” implica una correlación significativa entre dos eventos aparentemente sin relación que ocurren al mismo tiempo, como en Astrología, los eventos astronómicos ocurriendo coincidentemente con eventos en la tierra o en la vida de una persona. Esto es usualmente entendido como fenómenos ocurriendo simultáneamente, en paralelismo temporal. Una concordancia directa y correspondencia en el tiempo es asumida y requerida. También es asumido que la Astrología funciona en la base de este tipo de concordancias directas entre la “tierra” y el “cielo”.
 Sin embargo, una carta astrológica es asincrónica con la naturaleza por definición, y las herramientas astrológicas son asincrónicas entre sí. Sólo el instante para el cual la carta es hecha es sincronístico: todo lo demás es hecho sobre ella a posteriori y es por necesidad asincrónico, como planos diferentes del tiempo que coinciden. Un tránsito común de Saturno al Sol natal ilustra esto: el Sol natal corresponde con algo que ocurrió un largo tiempo atrás en el momento en que la persona nació, mientras que la posición de Saturno está ocurriendo muchos años después; Sol y Saturno pertenecen a planos diferentes, asincrónicos, que son hechos coincidir sólo en el momento de la lectura o la interpretación, y sólo en la imaginación, porque el evento no está realmente “ocurriendo” en el mundo externo.
 Cualquier carta astrológica es una congelación artificial del indetenible flujo de las cosas, para obtener una imagen que no tiene posibilidad de existir en la naturaleza. El flujo real de las cosas en la corriente orgánica del tiempo y de la naturaleza es ignorado por los astrólogos, que en cambio miden todo con respecto a un diagrama altamente abstracto y artificial completamente asincrónico con la naturaleza. Todo esto es usado para medir o cuantificar el flujo de la vida o la realidad orgánica en la conciencia humana. Pero el objeto al cual uno aplica las herramientas astrológicas no debe ser confundida con las herramientas mismas. Las herramientas por sí mismas son un dispositivo de medición objetiva o “modelos analíticos” que trabajan en marcos de tiempo diferentes, asincrónicos, que nunca convergen. La simultaneidad existe más allá de la esfera en la que las herramientas operan, y está por eso en la esfera donde las mediciones resultantes son manipuladas por la conciencia humana, que hace converger a los resultados en la forma de “significado”.
 La interpretación astrológica y la construcción del significado pertenecen a la esfera de la conciencia y la sincronicidad, pero las mediciones astrológicas y modelos son independientes de la conciencia. En otras palabras: el tiempo, como la totalidad de la naturaleza, está siempre fluyendo, y todos los diferentes tiempos o momentos del tiempo pueden ser imaginados convergiendo en la conciencia bajo ciertas condiciones. Pero esto está lejos del mundo de mediciones objetivas representado por la ciencia moderna y en gran medida la Astrología. La sincronicidad entonces cuenta para el acto de la interpretación, cuando los planos temporales del símbolo “Saturno en tránsito” y del símbolo “Sol natal” son hechos coincidir o converger en la mente. En tanto la interpretación astrológica es mediada por el sujeto humano o psique, es siempre sincronístico, pero esto no puede explicar la mecánica a través de la cual las diferentes herramientas y técnicas astrológicas pueden mapear la realidad, porque son asincrónicas entre sí y con la naturaleza. La sincronicidad explica por qué los oráculos funcionan en el momento de la “lectura”, pero se refiere a la lectura de un oráculo de cualquier tipo, y no puede explicar específicamente cómo o por qué la Astrología funciona.

VI- ASTROLOGÍA ARQUETIPAL Y TEORÍA SIMBÓLICA
 La “Astrología Arquetipal” asume que los planetas en una carta astrológica representa las jerarquías creativas o “númenes”, las fuerzas espirituales formativas detrás del espacio y tiempo, e identifica los agentes cósmicos con los conceptos de Jung de los arquetipos psicológicos. Pero una simple observación muestra la falacia de esta idea: tanto los planetas y la conciencia humana son dos caras de la misma manifestación del tiempo/espacio, y las causas formativas espirituales las trascienden y son necesariamente irrepresentables. Aunque uno puede percibir o “rastrear” su manifestación al revelarse a sí mismas a través del tiempo o del “proceso”, las cartas astrológicas congelan este momento creativo del tiempo y se remueven a sí mismas de él.
 En el tiempo de los antiguos observadores del cielo Babilonios, la Astrología era una respuesta cultural a la percepción de la naturaleza numinosa de los movimientos y configuraciones de las estrellas a través del tiempo en el cielo nocturno, que revelaban la acción de los dioses. Pero la horoscópica Griega posterior – la astrología que todos practicamos hoy – en tanto está basada en cartas u “horóscopos”, tiene muy poco que ver con la anterior. La falta de comprensión de esta diferencia crea gran confusión, porque mucha gente puede intuitivamente “sentir” la grandiosa y acolchonada verdad detrás de la visión Babilonia original, pero no puede ver que lo que los astrólogos están haciendo es en realidad horoscópica Griega, que la contradice de muchas maneras.
 En la práctica, los astrólogos empiezan con los planetas reales y las mecánicas celestes para armar las cartas, pero una vez construída, se sumergen en un universo simbólico abstracto que no está relacionado con lo que está ocurriendo en tiempo real en el cielo. Esto es como la Astrología Horoscópica funciona. Hacemos uso de las mociones celestes no porque nos hablen de ellas mismas o de cómo nos afectan, sino porque por medio de especiales manipulaciones analógicas y metafóricas las transformamos en una herramienta o dispositivo tecnológico que guía nuestras mentes en la elucidación del orden y significado de las cosas. Pero este significado no es inherente en una carta, no es “arquetípico”: está siendo producido por el astrólogo y depende del contexto.
 Jung creía que el significado de un símbolo era universal y “dado”, como resultado de estar engranado en la estructura celular de nuestros cerebros. Él pensaba que estos significados universales y fijos son la expresión de los mismos arquetipos sin importar la cultura, el contexto o la historia. Los efectos de adoptar esta noción, identificándola con los símbolos en la carta astrológica, y el rechazo a considerar la naturaleza dependiente del contexto de los significados como resultados de un proceso de construcción social, ha tenido consecuencias de largo alcance en la Astrología moderna: desde el instante en que se atribuyen significados automáticos a los planetas nuevos descubiertos basado exclusivamente en la mitología asociada con sus nombres, hasta la estéril e irreal prueba estadística de declaraciones astrológicas privadas de contexto, y la asunción de que el significado de un planeta es igual para todos en todas partes sin importar cuál es el estatus económico, la clase social, la política y la cultura.

VII- ESENCIAS ARQUETIPALES
 Un planeta astrológico, en contraste con su contaparte astronómica, es un punto matemático abstracto o coordinada discreta que es parte de un lenguaje. Es usada como un factor en un sistema de componentes, o más simplemente una caja en un esquema de clasificación, una categoría. El astrólogo asigna cada elemento de la realidad a algún factor astrológico específico o una combinación de factores según la conveniencia y convención. La asignación de un conjunto limitado de categorías astrológicas o “correspondencias” es en general intuitivo y subjetivo, pero también puede hacerse de acuerdo a reglas convencionales o “regencias”.
 En este proceso, un astrólogo puede asignar un planeta a un arquetipo en el sentido junguiano, tan como puede asignarlo a cualquier cosa en el universo que comparte ciertas cualidades estructurales o características previamente definidas por un sistema convencional de clases o categorías (“correspondencias”), pero esto no hace al planeta “un arquetipo” más que asignar “leche condensada” a la categoría “productos lácteos” hace que la categoría “productos lácteos” sea una vaca. Es sólo una cuestión de clasificación, dado que la Astrología es primordialmente un sistema de clasificación.
 Este simple hecho es sin embargo oscurecido por la idea de que un planeta astrológico o un signo del zodíaco son símbolos de alguna hipotética “esencia arquetipal primordial”, una idea enraizada en nociones religiosas arcaicas de la Astrología pre-horoscópica, cuando los planetas y estrellas eran considerados fuerzas formativas y agencias espirituales creativas, que luego los neoplatónicos vieron como seres espirituales hipostáticos manifestándose a través de la Gran Cadena del Ser.
 Jung identificó esto con su idea de los “arquetipos del inconsciente colectivo”, y muchos astrólogos han aceptado esta identificación incluso aunque en la práctica es simplemente usado como una fuente de “etiquetas” o nombres para una clase específica en sus esquemas clasificatorios astrológicos. Esta idea de “arquetipo” como algo real y existente por sí mismo, sin embargo, es con frecuencia dada por sentado y el resultado es – en mi opinión – un montón de confusión acerca de algo que en la realidad es muy simple.
 Desde el punto de vista de la astrología contemporánea, los arquetipos junguianos son sólo un esquema lingüístico y clasificatorio, un constructo analítico heurístico. Los astrólogos creen que son “reales” porque están viendo la realidad a través de ellos, los “arquetipos” son una “cierta lente” a través de la que la realidad es interpretada y clasificada, pero la “lente” es sólo una categoría lingüística. Jung no pudo ver esto y confundió los arquetipos con las “Jerarquías Creativas” del Ocultismo clásico. Con la aceptación acrítica de ideas de Jung como éstas, el resultado es la degradación de nuestra comprensión de lo religioso, lo espiritual y lo oculto.
 No hay teleología ni ontología en un signo del zodíaco o en un planeta, incluso aunque lo haya habido en un tiempo hace miles de años cuando la astrología comenzó y era algo “sagrado”. Lo mismo ocurre con el calendario en cada cultura en cierto punto de su evolución, uno que nuestra civilización pasó hace largo tiempo. Ahora mismo sólo son abstracciones matemáticas que conforman un sistema de convenciones, un dispositivo tecnológico conveniente como un reloj o una máquina de escribir. Son herramientas convenientes que usamos para deconstruir y reconstruir la realidad de maneras significantes. Estas herramientas no importan en la medida en que se conforman a las “reglas del comercio”, lo que realmente importa es lo que hacemos con ellas.
 Hablar acerca de la ontología y la teleología de un símbolo astrológico (ej., concebir los símbolos astrológicos como arquetipos en el sentido Junguiano en lugar de simplemente como clases) es como discutir la inmortalidad de las agujas de un reloj o la cualidad sagrada de las páginas de un calendario. Todo esto es supersticioso y arcaico y no es necesario para ser un buen astrólogo, todo lo que es necesario a este respecto es un buen entendimiento de la estructura de clasificaciones y categorías del lenguaje especial de la astrología, para que el astrólogo pueda usarlo efectiva y eficazmente, como un técnico que sabe bien dónde y cómo usar cada una de las técnicas que tiene en su valija, y si fallan o se rompen, sabe cómo arreglarlas o reemplazarlas.

VIII- EL NEPTUNO DE LIZ GREENE
 Comencé este artículo sugiriendo que Liz Greene ejemplifica tanto el reduccionismo psicológico y el Junguianismo que permea la Astrología Psicológica moderna. Con esto no quiero desestimar el alto calibre de su trabajo astrológico y psicológico. Su prestigio en el campo de la Astrología Psicológica es bien merecido. Es una hermosa escritora y pensadora  con una visión psicológica profunda y su psicologismo alcanza niveles de claridad para sus lectores pocas veces tocado por otros autores astrológicos anteriores a ella. Incuestionablemente ha enriquecido y profundizado el campo de la Astrología Psicológica.
 Sin embargo, a pesar de que sus observaciones psicológicas sean acertadas y veraces, representan la visión microscópica de un producto específico de la Psicología solamente. Su visión de la significación astrológica de Neptuno ilustra cómo la dependencia en las ideas de Jung resulta en un modelo interpretativo que puede ser caracterizado como política y socio-económicamente omisivo, y que es típico de la Astrología de hoy. Para demostrar esto voy a examinar un pasaje encontrado en l apágina 308 de su libro “El Neptuno Astrológico y la Búsqueda de Redención” (1996):

“Al tiempo de este escrito, el fenómeno de lo ‘políticamente correcto’ está esparciéndose por Norteamérica, e incluso ha permeado los bastiones Saturninos de la sociedad Británica. A pesar de que los Estados Unidos ni siquiera haya coqueteado y mucho menos llevado a cabo un romance con el verdadero socialismo, Neptuno ha entrado en la arena política Americana bajo el más curioso disfraz. Mucho hay para decir sobre un incremento en la conciencia pública sobre las sensibilidades religiosas, raciales y sociales de los demás, y la erradicación de terminología explícitamente ofensiva y racista de los medios y las publicaciones es en principio algo que cualquier individuo inteligente aplaudiría. Pero parece que se ha cruzado una línea que amenaza con sumergirnos en la mortaja de la neblina neptuniana. Un artículo publicado en el Times en junio de 1994 es una excelente ilustración de esto. Reporta el caso de una mujer demasiado excedida de peso que amenazó a llevar a su cine local a la corte porque no provee butacas dobles para una persona cuyo tamaño no entra en un asiento ordinario. Individuos como ella, demanda, tienen los mismos derechos que otros más delgados; y semejante descuido constituye una persecución a una minoría. Sin duda mi descripción de este caso va a provocar enojo al lector políticamente correcto. Así sea. Pero ¿son los otros realmente responsables por complacer la rabia y envidia de aquellos que son perfectamente capaces por sí mismos para enfrentar y trabajar con sus propias compulsiones? Aquí vemos al infante demandando que la madre, en la forma de la sociedad (y en última instancia, del que paga los impuestos), gratifique sin cuestionar e incondicionalmente las necesidades de una personalidad sin desarrollarse que no quiere nacer. No tengo el horóscopo de nacimiento de este individuo particular descripto en el Times pero estoy segura que Neptuno está muy acentuado. En el mundo acuoso de Neptuno, la aflicción personal y el enojo hacia la madre que no ha provisto lo suficiente puede ser fácilmente transformado en una perspectiva política que busca un chivo expiatorio para la propia expulsión del Edén demasiado pronto.”

 Este ejemplo es hipotético porque Liz Greene confiesa que no ha visto la carta natal de la mujer, pero es significativo porque muestra cómo piensa sobre Neptuno, dónde piensa que Neptuno está presente en situaciones de la vida real y cómo está actuando, a qué se refiere, cómo sus propias percepciones y nociones astrológicas la llevan a construir o interpretar el significado del evento bajo la suposición de que se refiere a Neptuno. Sus palabras nos permiten inferir que Neptuno está relacionado a lo políticamente correcto, el socialismo, la sensibilidad religiosa, racial y social, el sexismo y la “neblina neptuniana”. Esto no nos dice mucho todavía pero en orden de saber si es un reduccionismo psicológico de la vida sociopolítica y socioeconómica necesitamos saber cómo entiende u “operacionaliza” el puente entre el individuo y la sociedad.
 Como vemos, el significado que ella le da al evento es una simple extensión de la fórmula dada en otra parte del libro para interpretar Neptuno en la 7ma casa: “confusión que brota de la búsqueda inconsciente del individuo por la redención a través y en los otros”. Su racionalización es la siguiente:

1) la reacción política de la mujer excedida de peso es interpretada como “enojo y envidia” resultante de proyectar su aflicción y enojo hacia la madre, entonces sus demandas son vistas como proyecciones de un problema psicológico personal.

2) la acción de la mujer es vista negativamente como una “neblina neptuniana”, o como una incapacidad para lidiar o trabajar con sus compulsiones personales, es reducida a “un infante demandando satisfacción de la madre”

La reducción de la dimensión social a la psicología individual está aquí completa. La sociedad es un sustituto de la madre. La política y la ética social es reducida a proyecciones de conflictos psico-dinámicos internos. Pero Liz Greene va mucho más allá:

3) la acción de la mujer pone en evidencia las “aguas neptunianas”, “las necesidades de una personalidad sin desarrollarse que no quiere nacer”. El enojo y la frustración porque no había asientos dobles para acomodarse en el cine y sus demandas políticas subsecuentes son sólo un chivo expiatorio usado por su “personalidad sin desarrollarse” para compensar por la “expulsión del Edén demasiado pronto”, y la perspectiva política es explicada de esa manera.

 Notese la cuestión socio-ética: “¿son los otros realmente responsables por complacer la rabia y envidia de aquellos que son perfectamente capaces por sí mismos?” es implícitamente respondida por la negativa: “no, los otros no son responsables por el enojo y la frustración de esta mujer, ella es capaz de enfrentarlo por sí misma”. El ultraje político es el resultado de “su madre no habiendo provisto suficiente”, entonces el resto de la sociedad se puede lavar las manos, mientras las razones económicas, sociales, políticas, medioambientales, educacionales, incluso psicológicas de por qué su madre no proveyó no son parte de la ecuación.
 En tanto el rol de Neptuno en este caso es desconocido, revela más sobre Liz Greene que sobre Neptuno. Ella está usando el ejemplo meramente para ilustrar un principio o una idea, pero al hacerlo sin saber la carta, está haciendo suposiciones y juicios que muestran el funcionamiento de su propio Neptuno. Tal vez inadvertidamente Liz Greene expuso el funcionamiento de sus propios chivos expiatorios neptunianos con este ejemplo. Con esto no quiero decir que nada de lo que dice sea cierto. Pienso que su observación es psicológicamente profunda pero es reduccionista e incompleta, carece de pensamiento social y político real, y las implicancias de esta omisión, que es típica de la visión de la Astrología moderna de Neptuno, es crítica.
 El asunto ético y social más amplio es ignorado con esta interpretación, que evita o evade los asuntos socioeconómicos y políticos involucrados en la creación de la obesidad de la mujer o en su relación con la madre, o en la situación misma que disparó la reacción de la mujer. Todo esto es reducido a un “anhelo de redención” mal encaminado o proyectado, y constituye un muy claro ejemplo de psicologismo. No es que sus observaciones sean incorrectas, es que el significado de Neptuno está siendo forzado en una sola dirección, la del anhelo de redención, traicionando el junguianismo endémico: todo está “regido por” el arquetipo, todo viene de él y va hacia él: Neptuno es el foco del arquetipo en una relación uno a uno, y todo lo que no sea parte del arquetipo es excluído del proceso de construcción del significado de la experiencia y de Neptuno mismo.

¿Por qué la autora ignora en su presentación de este caso los factores políticos, ambientales y económicos que previnieron que la madre de la mujer satisfaga a su hija durante la infancia? ¿Cómo piensa que esos factores están conectados al resto de nosotros los “pagadores de impuestos” a los cuales esta mujer está demandando que cuiden de lo que ella siente que es una injusticia hacia ella? ¿Cómo es este caso diferente a un terrorista que tuvo una mala infancia? ¿Por qué no se da ninguna consideración a otros factores que podrían también determinar por qué una persona neptuniana decide demandar igualdad y justicia de la sociedad? ¿Qué factores neptunianos no son el efecto de una “búsqueda de redención” o un paraíso anhelado? ¿Cuáles son sus pensamientos sobre las consecuencias de ignorar en su análisis que no todo lo neptuniano está relacionado con ese anhelo primal o búsqueda? ¿Cuáles son los temas neptunianos que ella piensa que no pueden ser explicados satisfactoriamente por el tema del “anhelo de redención” y por qué?

 El punto aquí no es que las características atribuidas a Neptuno estén mal, el problema es cómo son explicadas, y qué está siendo omitido. Otro astrólogo podría haber visto fácilmente en este ejemplo no los efectos de Neptuno sino los de Ceres. La relatividad de los modelos astrológicos – el hecho de que la astrología provee “modelos de interpretación” y no conocimiento fáctico – se vuelve evidente en esto. Dado que Liz Greene no le da a Ceres un lugar importante en su obra, atribuirá temas de Ceres a otras partes de la carta. Dado que no usa la osculante Luna Negra (el útero lunar primordial y urobórico, que está en exacta cuadratura con el Sol en su carta natal) ella va a buscar sus símbolos en otro lado como en Neptuno y Plutón, y su manera personal de interpretar los símbolos va a mostrar una tendencia a tener un estilo de la luna negra, en la cueva de las profundidades uterinas y lo inconsciente lunar primordial.

IX- EL NEPTUNO SOCIAL
 Liz Greene explica la manifestación astrológica de Neptuno en la carta natal de individuos a partir de un anhelo que viene de las profundidades del inconsciente de la persona, y que origina el sentimiento de haber perdido el “edén” del dichoso océano primordial de la madre en el momento en el que nacieron. Este anhelo entonces nos hace ir en una búsqueda interminable de redención desde nuestro estado de “caída”, usualmente proyectado como la necesidad de salvar a otros o ser salvado o “redimido” por ellos. Provee un ejemplo dramático de este razonamiento cuando la conducta de la persona excedida de peso es interpretada como una compensación por la “expulsión del Edén demasiado pronto” y “no deseando nacer”.
 Esta vision de una sola cara y totalmente lunar de Neptuno es la visión que domina hoy. Los asuntos neptunianos de gran escala y complejidad ética, los proceso neptunianos socioculturales e históricos, las fuerzas económicas neptunianas que determinan el sino de una persona, y el significado astrológico de Neptuno mismo, no pueden ser explicados en términos de un solo factor. Neptuno representa esos aspectos de la vida que son tan complejos, que es imposible encontrar una única y simple respuesta, son enigmas existenciales o espirituales, preguntas que no tienen una solución o respuesta unilateral.
 ¿Qué si en lugar de un “anhelo de paraíso” infantil o inconsciente, Neptuno representa un “llamado desde arriba” a realizar nuestro destino espiritual? ¿Qué si este “llamado” que está siendo reducido a un anhelo de nuestro estado primordial de dicha es visto en cambio como el naciente, aunque todavía sin forma, sentido de responsabilidad social? ¿Qué si en lugar del anhelo puramente infantil propuesto por Liz Greene es una explicación de las ambigüedades y la congoja de Neptuno, vemos en su lugar la obligación de contribuir al bienestar de la comunidad más amplia?
 ¿Qué si el escapismo neptuniano es interpretado como el resultado de una consciencia social “sin forma” en lugar de una falta de voluntad a enfrentar la imposibilidad de alcanzar lo inalcanzable? ¿Qué si nuestra necesidad desviada de salvar a otros no es una proyección infantil de un inconsciente que nos controla, sino el resultado de un genuinamente supra-consciente en lugar de sub-consciente anhelo a satisfacer nuestro destino espiritual, pero que no estamos preparados o equipados para manejar?
 ¿Qué si la autodestrucción neptuniana es interpretada como el fracaso de estar a la altura de las demandas de la sociedad? ¿Qué si la rendición neptuniana es vista como la necesaria auto-disciplina en la realización de una tarea superior, en lugar de ser controlada por el inconsciente anhelo de la dicha materna? ¿Qué si las etiquetas de “imposible”, “irreal”, y “sueños” son una forma de control a través de la cual la sociedad lucha para mantener el estatus quo? ¿Qué si nuestros sueños neptunianos representan algo real y nuevo que enfrentamos en nuestra evolución en lugar de algo primal y regresivo?

 No el anhelo infantil sino la responsabilidad naciente, no un impulso inconsciente sino las distorsiones de una conciencia social emergente en el individuo, no el retorno de un harto perdido estado de dicha común en las aguas primordiales de la madre oceánica, sino los ajustes psicológicos positivos y negativos a nuestra obligación y esclavitud a las compulsiones sociales y económicas de la vida comunitaria moderna: esta es la visión de Marc Edmund Jones de Neptuno, hoy ensombrecida por el junguianismo y generalmente ignoradas por todos.

X- RESUMEN Y CONCLUSIÓN
 De los comentarios anteriores se evidencia que el significado actualmente atribuido a Neptuno están embebidos con la influencia de las ideas de Carl Jung, en sí “neptunianas”, y pueden ser interpretadas como un chivo expiatorio contra las demandas sobre el individuo de las “inconmesurabilidades” de la vida comunitaria moderna.
 Lo significativo de Neptuno al discutir el junguianismo aumenta considerablemente cuando nos damos cuenta de que en la carta natal de C.G. Jung hay una cuadratura separativa muy exacta (orbe=0,16º) entre el Sol y Neptuno, entonces el psicologismo de Jung puede ser considerado una expresión del mismo, y es el opuesto polar del “realismo social” del poeta español Antonio Machado, nacido exactamente el mismo día que Jung pero del otro lado de la cuadratura Sol/Neptuno (aplicativa, orbe=0,17º). La poesía de Machado es más socialmente abierta o socialmente iluminada, mientras que las ideas de Jung, como son evidenciadas en sus comentarios, se olvidan de lo social.
 El reduccionismo junguiano evidente en la Astrología moderna, y particularmente en las visiones más estrechas acerca del significado del término “Astrología Psicológica” son ejemplificados por actuales visiones simplistas de Neptuno que carecen de una real comprensión de la dimensión cultural y de la variedad y relatividad de los significados, creencias y visiones del mundo. El Junguianismo, en el sentido que ha sido adoptado por los astrólogos modernos, carece de pensamiento social y no tiene un sentido de la responsabilidad social, ambos obscurecidos y distorsionados por las habituales asociaciones de Neptuno con la idea de Jung del “inconsciente colectivo”
 El resultado de esto es que el significado común atribuido a Neptuno, aunque no incorrecto, está culturalmente sesgado y es ingenuo, y demuestra hasta qué punto los astrólogos tienden a olvidar las diferencias de clase, económicas y educativas, las fuerzas étnicas y políticas que determinan cómo la gente interpreta la realidad en la que vive. La dimensión social que los astrólogos tienden a ignorar como si no existiera, o como si no tuviera ninguna influencia en su conocimiento astrológico, es graficada por Neptuno, del cual un énfasis en una carta natal suele resultar en una persona que se convierte en un pensador social o científico de alto calibre.
 El problema no es que se usen los métodos junguianos de análisis y la teoría junguiana de los símbolos, sino su acrítica aceptación y subsecuente abuso en detrimento de otros. No hace falta decir que Jung no es responsable por la excesiva e insalubre dependencia de los astrólogos sobre sus ideas, pero el junguianismo endémico que se ve en el uso de conceptos como los arquetipos psicológicos, la reducción psicológica de los mitos, la naturaleza supuestamente universal de los símbolos, la creencia de que la sincronicidad explica cómo funciona la astrología, que el inconsciente es un lugar, el abuso de la mitología como la única fuente de los significados planetarios, etc., es en mi opinión responsable en gran medida por un estancamiento en nuestra comprensión teórica, filosófica y científica de la Astrología hoy en día.
 Las ideas de Jung son un modelo de interpretación, un “constructo heurístico”. Es útil, funciona. Pero los problemas empiezan cuando asumimos que el modelo es la realidad, entonces en lugar de usarlo como una herramienta analítica, el modelo estrecha nuestra visión y se vuelve una doctrina, “opio” para el cerebro.


Juan Antonio Revilla
San José, Costa Rica

Septiembre 2008

2 comentarios:

Unknown dijo...

Nicolas
SOS UN GENIO
MUCHAS GRACIAS POR PERMITIRME DISFRUTAR ESTA DELICIA ASTROLOGICA .... ME ENCANTO !!!! AHORA NECESITO DIGERIRLA....

Nico Boque dijo...

Gracias Ale, es pesado pero hay que admitirlo. Ya me están llegando agravios por compartir estas perspectivas críticas pero la polémica sólo me confirma que acá hay un núcleo duro que laburar. Abrazo!

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