Traducido al Español por Nicolás Boqué
I.
La metáfora es una propiedad esencial del lenguaje y el pensamiento, y
juega un rol clave en el análisis, la interpretación y la descripción de datos.
Las metáforas están siempre presentes cuando tratamos de establecer
significado, y condicionan la elaboración de las hipótesis científicas de tal
manera que la hipótesis misma se convierte en metáfora. Los “paradigmas” son
modelos mentales o sistemas de referencia que usamos para elaborar metáforas,
son “universos metafóricos”.
En Astrología, un paradigma fundamental ha sido la centralidad de la
carta natal, que podemos llamar “el paradigma de la carta natal”, y la
“metáfora de la semilla” es usada para ilustrar lo que una carta natal
representa. Cada vez que hablamos del “desarrollo de potencialidades inherentes
al nacimiento”, o cuando una carta natal es concebida como continente de todas
las posibilidades del desarrollo, estamos haciendo uso de la metáfora de la
semilla.
La metáfora de la semilla normalmente dicta cómo interpretamos el
desarrollo de una vida “desde” la carta natal, cómo la eficacia de la carta es
insertada en nuestra concepción de la misma. La vida es vista como el
desarrollo de las potencialidades natales, y esta manera de interpretar la vida
y las cartas natales se da por sentado, se vuelve paradigmático, y la metáfora
de la semilla que ha dado forma a esta interpretación permanece de fondo y se
convierte en un hábito.
El uso de la metáfora por la mente humana no es el resultado de la
cultura o de la historia, es una propiedad de nuestro cerebro; pero el uso de
una metáfora específica espeja la época y el clima intelectual en el que vivimos.
Las metáforas en la Ciencia cambian con frecuencia, pero no tanto en la
Astrología; la metáfora de la semilla ha controlado la forma en la que miramos
una carta natal desde la época de los Griegos, y es el resultado de un
pensamiento mecanicista que confunde la secuencia temporal y el orden con la
causación.
Cuando una carta natal es concebida metafóricamente como “la semilla” de
donde todo lo demás se despliega, la gente desarrolla un sentimiento de que el
carácter esencial o estructura de una vida, una persona, un “destino”, ha sido
ya decretado en el nacimiento, y el resultado es una gran confusión cuando
tratamos de comprender cómo funciona la astrología. La realidad es vista como
un producto de lo que está indicado como posibilidad en la carta, y lo asumimos
como un hecho que es sólo una interpretación basada en una metáfora de
cuestionable valor.
Pensar que lo que le ocurre a una persona, o lo que una persona es (como
en el Rudhyarismo), es una función de su carta natal, es confundir el modelo con
la realidad, concebir la realidad como una derivación del modelo. En lugar de
tomar la realidad y “verla” filtrándola y modelándola a través de las
categorías de la carta para reducir el número de elementos y ser capaz de
analizar su estructura e interpretar su posible significado, asumimos que la
realidad “está dada” por la carta y que todo lo demás es un desarrollo de ella.
II.
En la vida todo está conectado. Cada cosa habla acerca de la otra. La
Astrología es una herramienta o código que nos permite descubrir e interpretar
muchas de estas concordancias que están lejos de una explicación simplista
basada en causalidad lineal y lógica. Esto es por lo que no es necesario
referir todo a la carta natal para ser capaces de relacionarnos con la
“entelequia” de las cosas. Personalmente encuentro absurdas y espiritualmente
famélicas a las visiones que pretenden encontrar la entelequia de una persona o
una vida en una carta natal.
En nuestro trabajo astrológico y en el mapeo de la existencia humana
podemos usar otras metáforas en vez de una semilla, como por ejemplo: la danza,
una sinfonía o una obra literaria. Estas metáforas se parecen a la existencia a
través de su “tiempo”, de carácter secuencial. Aunque es frecuente encontrarse
en una introducción con muchos de los temas que serán desarrollados más
adelante, nadie piensa que el curso entero de la narrativa está determinado por
“un mapa del instante congelado” en el que todo aparentemente comenzó.
Podemos hacer la carta de instantes muy significativos o “momentos cumbre”
críticos en la vida, que determinan el curso de las cosas por venir y que dotan
de significado al pasado. Una vida humana está hecha de momentos como estos.
Pero nos mantenemos atrapados en una forma de pensar que podemos llamar “el
dogma de la carta natal”, y nos distanciamos de la vida prefiriendo descansar
en el confort de una creencia en la superioridad del momento de nacimiento, en
detrimento de otros momentos en la vida de una persona que potencialmente
pueden ser más interesantes o reveladores.
Siempre hay momentos dramáticos, mágicos o poderosos además del
nacimiento. Los hay en poca cantidad, pero actúan como vórtices en el tiempo de
donde fluye una inmensa energía que alimenta nuestra vida con significado. Para
identificarlos, uno necesita un estado de aguda atención y observación, y la
capacidad para leer el significado de esos momentos vitales desde una
perspectiva mucho más amplia que la perspectiva lineal y rígida de una
astrología tradicional y “chata”.
Todos sabemos que hay decisiones, relaciones, accidentes, etc., que
marcan para siempre y con gran claridad la vida de una persona. Estos momentos,
estas relaciones, están fuera del tiempo y la historia, pero son precisamente
las que hacen la historia, las que producen crisis y cambios. Hay momentos de
epifanía “cuando el tiempo se detiene”, de inmenso poder, que fertilizan
nuestras vidas y las transforman profundamente.
Las revelaciones del significado suelen venir de puntos en una secuencia
temporal que no son el punto de origen, y los diferentes puntos del tiempo
siempre interactúan entre sí. El sujeto nunca está definido por su punto de
origen solamente, está definido en el curso del tiempo, así que otros puntos
localizados lejos del origen, cerca del centro o cerca del final, también lo definen.
Cuando en lugar de imponerle a la gente lo que su carta natal dice de
ellos, escuchamos su historia de vida, o cuando estudiamos una biografía, o
cuando vemos una buena película o vemos una obra de teatro o leemos una novela,
cuando meditamos sobre nuestra biografía, siempre encontramos ciertos momentos
alrededor de los cuales gira la vida o la historia, dividiéndola entre un antes
y un después. Estos momentos singularizados, de los cuales el supremo es el
momento de la muerte, pueden ser progresados y podemos calcular tránsitos a
ellos.
III.
Un calendario es básicamente un gráfico, una hoja de papel, un círculo,
un conjunto de marcas talladas en la piedra, etc., donde el flujo del tiempo es
representado como compartimentos espaciales. Cada día es una "caja"
en el gráfico, cada mes una página distinta. Estas cajas son representaciones
abstractas de unidades de tiempo donde el tiempo es concebido como distancias
en el gráfico. Es lo mismo con un reloj.
Una carta astral está basada en el mismo principio: una vida entera es
dibujada o aproximada por medio de coordenadas en un gráfico. La realidad está
representada en términos de relaciones espaciales (posiciones por signo y por
casa, aspectos...), y el tiempo es representado como un arco de la circunferencia
o un sector en el gráfico.
NOTA: el carácter numérico de los calendarios y relojes digitales, en
contraste con los gráficos geométricos o espaciales basados en
"cajas", difieren de la misma manera en que la astrología Babilonia
original difiere de la astrología y la astronomía Griega.
No es mi intención degradar la importancia o utilidad de esta
perspectiva espacial, sino de mostrar nuestra tendencia, cuando tratamos con
cartas natales, de depender demasiado de ello y reducir el tiempo al espacio
por medio de representaciones gráficas abstractas. Creo que si entendemos
cuánto abusamos o dependemos de esta perspectiva, podemos abrir la puerta a
otras dimensiones donde las cartas natales no tienen tanto peso y podemos
trabajar con otras concepciones de la individualidad humana, con otras vías
astrológicas de aproximarnos a una vida individual.
Los astrólogos tienden a ser, en mi opinión, fuertemente conservadores y
saturninos, buscando refugio en la autoridad de las cartas que usan y en una
actitud pontificante que se deriva de la manera en que la carta es concebida.
En particular las visiones deterministas de la Astrología nacen de esta
necesidad, que es consecuentemente negligida y reemplazada por una falsa
auto-imagen uraniana y una pantalla "espiritual" o un disfraz
inconsciente característico de un Neptuno negativo.
Creo que la constante referencia a relaciones espaciales y la metáfora
de la semilla tomada como supuesto, en detrimento de las relaciones temporales dinámicas
del desarrollo orgánico, tienen su origen en una inseguridad interior, el miedo
a una realidad ilimitada, paradójica y contradictoria, dialéctica, fluida y
líquida como el tiempo. Esta inseguridad, esta necesidad de un "lugar de
descanso intelectual" mueve a la gente a estructurar en lugar de procesar,
a relaciones espaciales tal como se muestran en un calendario o mapa en lugar
de una corriente fluida del tiempo.
En la práctica astrológica, vemos esto en las visiones dogmáticas o
doctrinas de la carta natal como un "plano", tanto en sus versiones
biológicas como espirituales, que dependen excesivamente de las cartas natales
como modelos de un ser humano o individualidad, en contraste con la siempre
cambiante perspectiva dinámica ofrecida por los tránsitos, progresiones,
retornos y relaciones sinástricas.
Vemos esto también en uso de orbes espaciales en los tránsitos en lugar
de orbes temporales, y en el peso dado a las interpretaciones basadas en los
signos zodiacales y las casas, donde las secuencias temporales y contextuales
son reducidas a relaciones espaciales universales.
Otra área en la que esto puede ser visto es la dependencia excesiva en
modelos a-históricos o arquetipales de la psique y de la teoría simbólica, en
detrimento (o ignorancia) de otras teorías que enfatizan la naturaleza
histórica y dependiente de su contexto de los símbolos.
Tenemos miedo del movimiento y el cambio, y constantemente buscamos un
punto de descanso, una autoridad. Con frecuencia olvidamos que las estructuras
graficadas por la astrología son líquidas, dinámicas y están en movimiento.
Confundimos las relaciones espaciales abstractas con la realidad del flujo del
tiempo. Tendemos a creer que la carta natal carga todo el peso y rechazamos el
reconocimiento de la dependencia contextual de los significados astrológicos y
los procesos subjetivos mismos de la interpretación astrológica.
Esto es a lo que yo llamo "cartanatalismo" o
"cartanatalitis". Cuando basamos todo en la carta natal en detrimento
de otras cartas o técnicas astrológicas independientes de las cartas, estamos
siendo empujados por nuestra necesidad psicológica de tener algo inmutable en
lo que podamos pararnos seguros, no por una falta de alternativas forzosa.
Pienso que debemos ampliar nuestro entendimiento de lo que es una carta
natal. No es realista reducir a una persona a una carta natal. Las cartas
natales tienen valor relativo como modelos de una individualidad o una vida, y
es posible encontrar otras cartas o momentos que pueden ser igual o más
significativos para iluminar el significado de las cosas, de una personalidad,
o de una biografía. Si usamos la metáfora de la sinfonía, por ejemplo, podemos
entender cómo esos momentos existen. No hay razón para limitarnos a nosotros
mismos a sólo una carta o mapa hecha para el instante en el que todo lo demás
empezó en función de definir lo que por naturaleza pertenece al tiempo.
IV.
Toda carta astrológica reduce el tiempo a distancias en el espacio.
Siempre jugamos con el tiempo y el espacio en la astrología, desde usar la
carta de un tiempo lejano (la carta natal) y calcular sus tránsitos actuales, a
complejos sistemas como "direcciones primarias" que ocurren en un
tiempo totalmente "irreal" o simbólico. La Astrología se construye
sobre manipulaciones del tiempo y el espacio que violan las leyes de la física,
o que las usan sólo como paradigma para el vuelo de las metáforas y analogías.
Sabiendo esto, ¿por qué entonces nos seguimos limitando a una concepción
lineal de la vida humana y el desarrollo de una biografía? ¿Por qué es tan
difícil imaginar la presencia de largo plazo de un ser humano en el tiempo y
las explosiones trascendentales de significado en sentidos que son
complementarios a, o completamente independientes de la carta natal? ¿Por qué
tenemos que reducir la integración del "Yo" o "Sí Mismo" a
las indicaciones de sólo una carta? Por las mismas técnicas astrológicas que ya
conocemos, podemos tratar de aproximarnos al Sí Mismo desde múltiples
direcciones en el tiempo. Pienso que es absurdo pretender reducirlo a la carta
natal solamente.
En lugar de contar exclusivamente con el nacimiento o el origen como el
punto universal de referencia, es posible identificar ciertos momentos en la
vida que son su propia referencia y que se relacionan con otros puntos en el
tiempo, incluido el curso de origen. Hay momentos además del nacimiento con
gran importancia trascendental más allá de las circunstancias inmediatas, como
si estuvieran "fuera del tiempo", fuera de la historia, volviéndose
pilares de la vida de la persona.
Identificar estos momentos es un lugar común para los psicoanalistas,
críticos de arte y biógrafos. No está "dado" ni es fácil, requiere
capacidad de escucha y dejar que las cosas hablen por sí mismas, dejar que nos
impregnen e inunden. Pero como un poeta con su poema, un actor con su papel, un
dueño de casa con la decoración, siempre podemos "ver" a la persona
detrás. Relaciones, accidentes, circunstancias, están todas conectadas con la
persona y hablan de ella.
El momento de nacimiento es por supuesto un punto importante de
referencia. Tiene la ventaja de tener un valor incuestionable y es fortalecido
por el peso de la tradición, por lo que podemos contar con eso y caminar en un
terreno seguro. Pero es sólo un punto de partida, y no es el fin hacia el cual
debemos arrastrar o reducir todo. Desde un punto de vista práctico, por
ejemplo, el momento de la muerte es el otro incuestionable momento importante de
la vida.
Hay ciertas cosas que, una vez que entran a nuestras vidas, se quedan
allí para siempre, o por un muy largo período. Nuestra pareja de matrimonio es
un ejemplo (no siempre, por supuesto); los niños son otro. Sus cartas de
nacimiento o muerte trabajan como cartas incepcionales para mí, hablan de
diferentes aspectos de mí, a veces con más claridad que mi propia carta, o con
énfasis diferentes. Incluso aunque mis hijos y mi pareja sean personas
separadas, son parte de mí y de mi vida, y sus cartas pueden hablar muy
directamente de ciertos aspectos de mi vida y personalidad, especialmente los
aspectos ocultos, inconscientes, desatendidos.
La causalidad es multidireccional. El orden de una vida no es
establecido imaginando una sola línea de desarrollo causal (la metáfora de la
semilla) sino por concordancia, percibiendo cómo ciertos momentos nos hablan de
nosotros, cómo ciertos momentos son como epifanías en un sentido concentrado y
simbólico.
La palabra "epifanía" se refiere a la manifestación de Dios o
la divinidad. Es cuando Dios se hace presente en el flujo del tiempo o de la
historia, un cierto momento y lugar en que "el tiempo parece
detenerse", el poder desciende, el significado estalla, y nuestras vidas
son cambiadas para siempre y dan un vuelco desde ese momento en adelante. El
momento del nacimiento, por ejemplo, es epifánico para los padres, no para el
bebé.
Algunos momentos epifánicos de la vida no pueden ser identificados con
precisión. Su "fíat" o tiempo exacto de aparición es misterioso y
parece extenderse por un período de varios días o semanas, difuminándose en el
tiempo. En esos casos hacemos uso de los planetas lentos. La posición de los
planetas lentos cambia muy poco, estableciendo una "zona de poder",
un punto sensible o un pequeño arco, que estará sujeto a tránsitos y sinastrías
con diversas cartas que juegan un rol significativo en el análisis. Incluso si
no conocemos el momento exacto, tenemos sus representantes en el zodiacal que
activaron.
Todavía podemos usar la metáfora de la semilla, pero no es la única
semilla y no viene sólo del pasado. Hay semillas que han estado desarrollándose
desde el futuro y se aproximan a nuestro presente, interactuando con nuestro
pasado, y hay también diferentes semillas en ciertos momentos de nuestras
vidas. En la psique, no hay lugar para el tiempo lineal, el pasado
constantemente interactúa con el presente y el futuro, todos interactúan entre
sí e impactan nuestra consciencia en una constante construcción y
transformación de la realidad.
Debido a que nuestros modos de representación gráfica son expresión de
nuestra manera de pensar e interpretar, estamos hablando de nuevas maneras de
modelar astrológicamente la vida de un ser humano, una nueva concepción astrológica
de nuestra presencia en el mundo, un testimonio de cómo las transformaciones
históricas y la evolución de la conciencia encuentran expresión en la
emergencia de nuevos paradigmas astrológicos.
resumen:
Yo siento que los astrólogos están - hablando en general - atascados en
arcaicas formas Griegas de pensamiento, el cartanatalismo, la metáfora de la
semilla.
Básicamente lo que quiero decir es que el crecimiento pertenece al
tiempo y las cartas natales pertenecen al espacio, que no hay necesidad de
referir todo a las relaciones espaciales de una carta natal, que el tiempo y el
crecimiento tienen sus propias referencias autónomas, que hay otras maneras más
realistas de hacer un mapa astrológico de la vida de un ser humano que
refiriendo todo a la carta natal.
El secreto está en darse cuenta que todo es proceso y dinámica, que el
punto inicial de un ciclo no es más importante que otros puntos del ciclo, que
estos otros puntos interactúan entre sí, hablan entre sí, y juntos dan
significado a una vida humana. No es realista ni necesario ver todo en los
términos del punto inicial solamente.
El río (punto presente del ciclo) siempre acarrea en sí mismo su
nacimiento en las montañas y su flujo hacia el mar o hacia otro río más grande.
La vida nunca es estática.
El significado y la vida vienen de muchas direcciones, no sólo del
pasado, no sólo del nacimiento. Otras metáforas en vez de la metáfora de la
semilla.
Las puertas se abren cuando nos damos cuenta cuánto estamos controlados
en la Astrología por una concepción no realista de lo que es una carta natal.
No es que estén mal, es que abusamos de ellas.
Espero que el trabajo que publiqué recientemente sobre Mahler y Sibelius
pueda servir al menos como un ejemplo en borrador de lo que escribí. El momento
de la muerte, el día que un niño murió, el momento de muerte y de nacimiento de
un poeta que impresionó a ambos y al que no conocieron en persona, etc., todos
iluminan la vida del compositor sin la necesidad de tener la carta natal como
referente universal y reductor de todo. Siempre hay otros poderosos referentes
además del nacimiento.
© diciembre 2002, 2003 Juan Antonio Revilla
traducido al español para esta publicación en el mes de Libra de 2016