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El Sí Mismo Psíquico

Extracto de Patrice Guinard, "De lo Semiótico a lo Astral"
El Sí mismo psíquico 
"Und so lang du das nicht hast,
Dieses: Stirb und werde,
Bist du nur ein trüber Gast
Auf der dunklen Erde."
(Goethe: Westöstlicher Diwan)

El sistema psíquico está constituido por tres capas sucesivas: Sí mismo, Yo, y yo. El Sí mismo es incesantemente nutrido e inervado por fenómenos inconscientes que escapan a toda tentativa de determinación. Es presencia interna. El estado psíquico puro, exento de toda relación con el objeto, es imperceptible: es una modificación interna del organismo, inalcanzable tanto para la percepción sensorial como para la atención mental. El Sí mismo, en tanto que pluralidad "inconsciente", encierra la totalidad inmanente de estos estados. El Sí mismo se vuelve al exterior. Se construye por las relaciones subconscientes que mantiene con la realidad exterior, por la resistencia que el medio ambiente produce en la psique, por su sensibilización con el conjunto de las modificaciones que afectan la psique. Así, toda relación no mediatizada entre un estado y un objeto, perturba el equilibrio psíquico y produce percepciones que afectan al organismo. El Sí mismo es la región de la psique que, afectada por su relación con lo que le es externo, tiene por función restaurar el equilibrio psíquico.
 

El "yo" se edifica por un retorno a sí mismo a través de sus relaciones mediatizadas entre estados y objetos. Así, la percepción crea representaciones mentales por la deducción de una relación hecha consciente entre el estado interno y la modificación resultante del medio. Parte emergida del iceberg psíquico, el "yo" es toma de consciencia, continuidad, unidad, estabilidad, identidad en sí mismo.

Cada una de estas partes constitutivas se construye según el modo que le caracteriza: el Sí mismo, receptor psíquico, atañe a la aspiración; el Sí mismo, actor "psico-somático", atañe a la experiencia; el yo, organizador psico-mental, atañe a la costumbre. El Sí mismo, instancia de interioridad, es múltiple, imperceptible, atravesado por flujos incesantes; el Yo, dual, interactúa con el mundo en el que participa; el yo, identitario, se individualiza en tanto que entidad autónoma. En cada grado de cohesión de la psique (o de la consciencia en el amplio sentido de la palabra), Si mismo, Yo, o yo, corresponde a un modo de acción específica: al Sí mismo la intención (en el sentido de Castaneda, no en el de Husserl), estado más que acción, de disponibilidad de la conciencia, de atención activa-pasiva a lo que puede nacer en si mismo, independientemente de lo manifestado; al Yo la realización, que es el resultado de una reacción tangible al medio que lo rodea; al yo la suposición, creación incesante de representaciones mentales y último reequilibramiento en vistas de una unidad.


El Sí mismo es pues, una encrucijada de incidencias en permanente efervescencia. Está constituido por fuerzas psíquicas evanescentes, indeterminadas. Es una orquesta con músicos innombrables que, unos tras otros, según ritmos indefinidos, se convierten en el director pasándose la batuta que llaman Sí mismo o yo. No es necesario escoger entre estas diversas fuerzas, ni elegir la que tomará la dirección: ellas mismas se organizan, se subordinan naturalmente, se solicitan mútuamente, según las posibilidades del momento y las necesidades de la situación existencial. Cuando un manojo de estas fuerzas toma el ascendente sobre los otros hasta el punto de subordinarlo de manera constante y repetida, se forma lo que se podría llamar según Nietzsche, un instinto, el cual se manifiesta a través de la "voluntad de poder", es decir, la tendencia a la expansión y al pleno desarrollo de este instinto.
 

En realidad, la autenticidad del Sí mismo sólo reside en la variación temporal, cuya dinámica operada por los tránsitos planetarios, comenzando por los tránsitos diarios, marca las transformaciones y las recurrencias. Se trata pues, de encarnar las diversas tendencias psíquicas, proporcionalmente a su importancia temporal en la economía general de la psique. Así, "ser sí mismo" consiste en desarrollar las tendencias principales, salvaguardar las tendencias secundarias, y adquirir las tendencias improbables. Puesto que la economía de la carta natal muestra que existen, por ejemplo, a nivel planetario, funciones dominantes, funciones secundarias bastante fuertes pero a menudo "cortadas" por las primeras, y funciones menores.

Se trata pues, de abrazar estos flujos sin dejarse subyugar por las sirenas psico-mentales, sea cual sea su origen. "Seguir natura" como lo subraya Montaigne según los estoicistas: "Yo he tomado, como dije en otro lado, muy simplemente y crudamente en mi opinión, este precepto antiguo: que no sabríamos faltar a seguir la natura, que el soberano precepto es el de conformarse a ella. No he corregido como Sócrates por fuerza de la razón, mis complexiones naturales, y no he enturbiado en absoluto mi inclinación por medio de mi arte. Yo me dejo llevar, como he venido, no combato nada." La constitución del yo sólo es posible por medio de un proceso de discriminación por el que la dinámica del Sí mismo se encuentra bloqueado por representaciones paralizadas. Se distinguen diversos modos de formación del yo: por la voluntad de ser algo de específico y de ejercerse aquí, por la identificación con un rol específico sugerido y valorado por solicitaciones externas, o incluso por los prolongamientos de un vínculo específico habiendo impreso en el espíritu unas marcas que se cree indelebles.


Salvaguardar la autenticidad del Sí mismo, es velar por no llegar a ser demasiado pronto un yo, es rechazar las cristalizaciones, a veces facticias, del proceso de constitución del yo al nivel que sea, es preservarse de llegar a ser demasiado deprisa algo de determinado que podría ser más fácilmente entregado al pasto de una sociedad ávida -y todas lo son poco o mucho- de nutrirse y de utilizarlos para sus fines propios. Es siempre posible mirarse de otro modo, actuar o sentir de forma diferente, ser algo distinto de lo que creemos ser o haber sido, siempre es posible sorprenderse. Toda articulación psico-mental implica un bloqueo que impide mantener la indeterminación viva que es la fuente de toda regeneración. Morir en sí mismo para volver a ser Sí mismo.

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