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Acerca del Tarot





Tarot "Osho": 0 - El Loco
En el simbolismo del Tarot convergen los conocimientos de tradiciones espirituales milenarias sobre el desarrollo del alma humana. Su estructura codifica la totalidad a través de una matriz de arquetipos, representados en imágenes que reflejan estados de la psique.
Las cartas se pueden interpretar como un oráculo, para el autoconocimiento, la meditación y la comprensión de los designios del “alma del mundo”. Como vía espiritual, el estudio de su simbolismo puede resultar terapéutico debido a que retrotrae a temas universales y contiene claves de la existencia humana. Lo simbólico de sus imágenes les da una posibilidad de significación inagotable y escurridiza, no permitiéndose conceptualizar sus significados de forma acabada, definida y cerrada.

El Tarot es una máquina poética que activa la imaginación y da un mensaje siempre nuevo y creativo, ya que maneja directamente símbolos que están vivos en la realidad psíquica. Por esto se dice nadie puede ser maestro de Tarot, sino que en realidad el maestro es el Tarot mismo, y todos somos aprendices.

El Tarot es una Obra de Arte Sagrado, lo cual sin embargo dista de implicar que debamos idolatrarlo en un altar, o que no podamos tocarlo ni modificarlo. En cambio, en la medida en que uno lo usa y trabaja con los contenidos que activan sus símbolos, lo va resignificando, poniendo en acción la propia mente, movilizando contenidos internos, y transformándose a sí mismo en el vínculo con lo que cada arcano nos va “diciendo”.

Las infinitas versiones del Tarot hechas por diversos artistas, reflejan el molde anónimo del divulgado clásico de Marsella que refleja el imaginario medieval europeo, aunque en ocasiones éstas fueran retocadas hasta cambiarles de nombre y contexto, tomando numerosas formas que sin embargo siguen remitiendo a los mismos principios arquetípicos.

Al echar las cartas el orden que aparece reflejado dista de ser aleatorio, especialmente si se consulta con respeto y en un estado de conciencia abierta, relajado y meditativo. Esto es así porque los símbolos que porta son numinosos, están cargados de energía mental y valoración subjetiva, disolviendo el límite entre el adentro y el afuera, ubicándonos de cara al misterio.

En su uso adivinatorio, las cartas funcionan como un espejo material que refleja el campo mental inconsciente. Quien interpreta las cartas puede ver en el contexto de la tirada el fondo psíquico que subyace al motivo de consulta, orientando así el pensamiento reflexivo y el diálogo, para explorar y comprender las tendencias psíquicas y motivaciones psicológicas relativas al motivo de consulta.

En una tirada, se predefine una ordenación de una determinada cantidad de cartas, de tal manera que se organicen simbólicamente los temas para mostrar desde diversas perspectivas la situación consultada. La regla de oro para cualquier oráculo dicta que “la calidad de la pregunta determina la calidad de la respuesta”. Sin embargo, ¿qué determina la calidad de la pregunta? Diremos que el grado de implicación y exposición del consultante en el motivo de consulta; cuanto más sincera e importante sea la inquietud, más relevante, aguda y autoevidente será la respuesta.

La interpretación siempre es mejor hecha por otra persona, ya que por supuesto que la respuesta no se limita a lo que está reflejado objetivamente en una carta que se ubica en determinada posición, sino que influye en gran medida la capacidad de síntesis de quien lee las cartas para contextualizar un buen mensaje y de su perspicacia para transmitir información útil que puede a veces ser difícil de escuchar. Hay que probar lo que nos puede mostrar el tarot, ver y no “creer”, tratar de comprender, entender y aceptar el mensaje del cual el medio es una excusa. El tarot es un dispositivo ordenador simbólico que puede facilitar el cauce del caos mental hacia el desarrollo creativo, en contacto integrado con el misterio psíquico de las fuerzas inconscientes.







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