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Sobre la Astrología como chivo expiatorio

Artículo corregido para esta publicación, publicado originalmente el 13 de abril de 2015 a las 4:03 en Facebook, en respuesta a la ponencia "Astrología, parapsicología y medicinas alternativas: charlatanismo puro", por Alejandro J. Borgo del 10 de noviembre de 2011 en el Círculo Escéptico Argentino (https://www.youtube.com/watch?v=pKaDtBGoI4U , recuperado el 13/4/2015)

       Con todo el respeto que se merece Alejando Borgo como intelectual e investigador por el trabajo que hizo, es una lástima que para un astrólogo informado se haga evidente, ya desde los primeros minutos de la ponencia, que la definición que da de Charlatanismo o Chanta, "Persona con formación oficial, que habla sobre un tema sin conocimiento del mismo, o que aún con conocimiento habla a sabiendas de que está cometiendo un fraude", aplica incluso para el orador... A pesar del conocimiento que se atribuye sobre el tema, quiero creer que no está cometiendo un fraude "a sabiendas", sino que más bien, ignora algunos detalles fundamentales.
        Por ejemplo, asumir que la astrología es igual hoy que hace 4500 años, es incorrecto. Sólo con revisar la bibliografía astrológica se puede verificar que los cuerpos celestes descubiertos por la astronomía a partir de los avances tecnológicos de la modernidad, fueron (y siguen siendo) incorporados a la astrología, o "astromancia" como él la nombra. El significado que se les atribuye para la interpretación a los astros, se define por consenso dentro de la comunidad astrológica, a partir de la investigación correspondiente, consistente principalmente en el estudio, la observación y el seguimiento de casos. El hecho de que el criterio a utilizar para la interpretación de un cuerpo celeste sea el consenso, implica por definición, que es relativo, no unívoco, debatible y esté sujeto a revisión y ampliación. Sin embargo los astros tradicionales (hasta Saturno) tienen atribuído un significado general ya mucho más asentado que el de los más recientes. Por esta razón, es menos frecuente la utilización de cuerpos como quirón, ceres, vesta, palas, juno; y casi nula la incorporación de los transneptunianos a la práctica astrológica. Sin embargo, existen investigadores que elaboran y ponen a prueba teorías sobre estos nuevos cuerpos en su práctica interpretativa, para compartirlo en revistas especializadas, actualizar el conocimiento astrológico, y aportar a una mejora en la calidad de trabajo de sus colegas. Extraer conclusiones genéricas "por consenso" a partir del estudio extenso y comparativo de "casos anecdóticos", es evidentemente insuficiente a los ojos de quienes se mueven dentro del campo de las ciencias duras. Sin embargo considerarla una modalidad que por "insuficiente" para sus cánones se vuelve "inadecuada", se parece mucho a la pretensión positivista de fines del siglo XIX de imponer los criterios experimentales de las ciencias naturales al estudio de las sociales. No por ser menos certeros que los modelos para predecir la ubicación futura de un astro, tendríamos que descartar por completo cualquier modelo y teoría utilizado para comprender los fenómenos sociales. Pertenecen a niveles de la realidad cualitativamente diferentes, y tratar de estudiarlos con los mismos métodos es "autocastrarse tontamente", al decir de Tomás Ibáñez(1).
        Concluír a la ligera que la astrología es absolutamente inválida como vía de conocimiento, a partir de una premisa falsa como lo es la afirmación insostenible de que no ha habido evolución alguna en la historia de la astrología desde sus orígenes, no es sólo un error, sino que se basa en una actitud sospechosamente intolerante, y profundamente cuestionable. Por el contrario, es igual de arbitrario, irracional y reactivo, demandar el abandono del método científico para la construcción del conocimiento, apelando a que es parte del "viejo paradigma", porque ya estamos en la "nueva era". En todo caso, la colaboración y el diálogo respetuoso son menester para el pensamiento crítico y la construcción de herramientas útiles, que nos permitan profundizar en la comprensión del mundo complejo y diverso en el que vivimos.
        Es curioso que sin embargo, una afirmación tal pase por válida al respecto de la astrología, cuando sería ridículo considerar lo mismo para otras ramas del conocimiento. Hoy en día, tanto en astrología como en astronomía, limitarse a utilizar los postulados de Ptolomeo al pie de la letra es desactualizado. Lo mismo ocurriría en biología con Darwin, en psicología con Freud, en sociología con Durkheim, en medicina con Hipócrates, etc. Tal vez sea cierto que existen individuos que se dedican al dogma, y vivan de reproducir irreflexivamente lo que les fue transmitido en los libros, pero eso no quiere decir que la rama del saber a la que pertenecen esté totalmente equivocada.
        Sería sumamente bizarro que en el siglo XXI algún astrólogo con un mínimo grado de escolaridad, se atreviera a afirmar públicamente que el sol gira alrededor de la tierra y no al revés, aunque estemos de acuerdo en la premisa de que la astrología utiliza, de forma típica pero no exclusiva, una perspectiva geocéntrica. Si aquello ocurriera, sería un buen motivo para reírse de la ignorancia del astrólogo, aunque es fruto de la más deplorable negligencia de parte de las instituciones educativas de la sociedad, y no debería ser tenido en cuenta seriamente como una opinión informada ni generalizado al conjunto total de la astrología. De hecho, desde Copérnico, hay quienes desarrollaron técnicas basadas en la perspectiva heliocéntrica, que se utilizan con relativo exito, en el mejor de los casos en conjunto con la geocéntrica; lo mismo aplica para el uso del zodíaco sideral y tropical.
        Pero de hecho, todavía vivimos y morimos en el mismo planeta en el que nacimos, y la gran mayoría de los seres humanos percibe el cielo desde la superficie terrestre, a menos que se observe a través del cristal de una sonda espacial. Esto seguirá siendo así, hasta que como humanidad demos un salto evolutivo (para el que aparentemente nos estamos preparando), y habitemos nuevos planetas o nos mudemos a otro rincón del universo, ante lo cual indudablemente la astrología tendrá que seguir adaptándose si quiere sobrevivir en mundos extraterrestres.
        Otra afirmación llamativamente cuestionable, es que algún astrólogo se atreva a decir que los planetas que no se conocían, "no influían" astrológicamente. Extrapolando la misma lógica de razonamiento, esto equivale a que un astrónomo diga que antes de ser descubierto, un planeta no existía. Coincidamos en que no existía dentro de los límites de la cosmovisión convencional, pero si alguien realmente planteara que no existía en absoluto, sería el fruto de un razonamiento precario y no merece ser tomado seriamente ni menos aún, generalizado como un postulado aceptado dentro de la comunidad astrológica para desacreditarla en su conjunto.
        Además, de nuevo basta con verificar la bibliografía sobre astrología mundana/planetaria desarrollada a lo largo del siglo XX para cotejar lo que los referentes en esta materia opinan sobre la presencia de los planetas recientemente descubiertos en epocas anteriores. Hasta la modernidad, el ciclo planetario conocido de mayor duración era el de Saturno, de aproximadamente 29 años de duración, pero a partir de Urano en adelante, se pueden pensar ciclos históricos mucho más extensos. Un trabajo respetable en el seno de la comunidad astrológica, por sus fundamentos y la seriedad de su investigación, es el libro "Cosmos y Psique" (2) donde el académico norteamericano Richard Tarnas hace un seguimiento de los acontecimientos históricos desde la época clásica hasta la actualidad, en correlación con los ciclos de los planetas modernos. Su publicación data del 2006, años antes de la ponencia a la cual responde este artículo, y bien podría haber sido consultado por el orador. En este libro además se esboza cómo debe pensarse la predicción astrológica, para no caer en el error típico de predecir sucesos particulares, como quién va a ganar un mundial de fútbol, lo cual sería bien denominado "adivinatorio", y es evidente que responde más a un sensacionalismo mediático que a un análisis astrológico serio, debiendo diferenciarse taxativamente la "astromancia" de la "astrología" para no confundirse al hacer una crítica que pretenda tener alguna consistencia.
       Que "la astrología seria es un oxímoron", es un insulto directo, y es mejor considerarlo un recurso retórico para desprestigiar al enemigo, y no un argumento racional. Para afirmar que el orador tiene el sol natal en la constelación de Cáncer, en vez de en el signo de Leo, no hace falta ser un astrólogo "serio", sino un astrólogo "sidéreo", es decir, que usa el zodíaco sideral. Eso es típico en la astrología hindú, que usa las constelaciones y las estrellas "fijas" como base, y cuyo desarrollo es paralelo al de la astrología occidental, que en cambio se apoya más en las estaciones del año y la relación tierra-sol para estructurar los signos del zodíaco tropical. Ambas orientaciones están vigentes hoy en día, incluso en muchos casos se utilizan ambos modelos complementariamente siempre teniendo en cuenta la precesión de los equinoccios para medir el paralaje entre los zodíacos tropical y sideral. En todo caso puede cuestionarse la validez de uso de uno u otro zodíaco, o incluso el fundamento para cada línea de trabajo, pero de nuevo, desacreditar a la astrología en su conjunto a partir de una confusión semejante fruto de la ignorancia, resulta tan inconsistente como cuestionable.

        Más allá del desconocimiento, siempre perdonable, el orador expresa una contradicción tan fundamental en su discurso, que revela por su propia cuenta la profunda incomprensión que tiene acerca del primer tema de que trata su ponencia: señala que la astrología se jacta de "determinar" la personalidad, excluyendo y negando las variables genéticas y sociológicas, a la par que expresa la regla de oro acuñada por Francis Bacon en 1605, de que "los astros inclinan pero no obligan" (3). La astrología no es determinista, aunque sí se jacta de señalar tendencias probabilísticas; lo mismo aplica para la genética y la sociología, mientras que el orador supone que éstas sí predeterminan con exactitud cómo va a ser la personalidad de un individuo. Si esta suposición no es un desliz del habla, puede considerarse fruto de un cabal desconocimiento falto de actualización en el desarrollo de dichos campos, o sostenido en una ideología determinista en decadencia hace por lo menos un siglo.
        Indudablemente hay astrólogos que prometen predecir con éxitos la personalidad, la profesión o posibles patologías de un recién nacido en base a su carta natal, incluso eso podrá haber sido el modo en el que se la practicó tradicionalmente, pero seguramente estemos de acuerdo en que hoy en día el rumbo de la vida de alguien nacido en un medio urbano, resulta mucho más creativo y menos determinado por su contexto de origen que hace algunos siglos
       A veces se pretende que la astrología cumpla la fantasía de realizar lo que ninguna otra disciplina instrumental puede para considerar su aporte válido como forma de conocer la realidad o mejorar la calidad de vida. Las quejas que se profieren ante la desilusión no hablan tanto de la incompetencia de los astrólogos, sino de la pretensión omnipotete del iluso. Los que observan de afuera, se ríen de que "la predicción astrológica podría haber evitado una muerte accidental", cuando desde el vamos, ni siquiera la toman en serio como una herramienta que puede aportar algo útil al conocimiento de la dinámica de la vida social humana. Es cierto que existen astrólogos que son en realidad comerciantes haciendose pasar por sabios, que se ganan la vida vendiendo horóscopos baratos en los diarios y la televisión, medios de comunicación masiva, donde hemos de admitir que en contados casos se puede hallar alguna joya en forma de verdad fundamental que calme más que empeore el dilema existencial...
        Algunos podrán haber estudiado y practicado más que otros en su tema, pero la buena educación no elimina la tendencia psicológica típica, al error humano de instrumentar un conocimiento ciegamente a sus limitaciones. Esto es visible por ejemplo en el ofrecimiento con poca sabiduría de certezas que no se pueden dar, o en predicciones erróneas que luego se justifican con hipótesis ad hoc evitando admitir los supuestos en los que se basa su percepción de la realidad para sostener una ideología identitaria. Ese polémico modo de proceder puede aportar publicidad gratuita y beneficio personal, frecuentemente a costa del desprestigio de la profesión y en detrimento del conjunto de la sociedad. ¡Pero estas no son actitudes privativas de los astrólogos en particular!, sino tendencias psicológicas del ser humano en general. Diferente destino sufren esas personas que sí aceptan sus propias limitaciones, admitiendo los supuestos ideológicos y epistémicos en los que se basan, y eligiéndolos de manera consciente e informada; en numerosos casos estas personas no reciben el merecido reconocimiento dentro de sus respectivos campos por tener también un modo de proceder polémico, y deben lidiar con complejas dificultades psicológicas resultantes de esto, pero en cambio suelen ser los que realmente aportan un beneficio al conjunto de la sociedad y al avance progresivo del conocimiento mediante su transformación. Menuda confusión en la que estamos metidos, en el estado actual de nuestra civilización.
         Los astrólogos devienen un chivo expiatorio para exteriorizar los anhelos de poder y dominio sobre las fuerzas incontrolables de la vida, convirtiéndose en el blanco de la queja por el vacío de verdad y contenido en las mentiras que se venden en el mercado. Sería tal vez más prudente cuestionar los supuestos de las bases mismas sobre las que se sustenta la cultura tecnocrática del consumo de masas, que andar persiguiendo a los que cuestionan, quemando libros alternativos al hegemónico. Así sólo estamos echándonos el fardo mutuamente a ver quién tiene la razón, convirtiéndola en una papa caliente que nos lastima a todos, en vez de usar la razón en el diálogo como un medio para alcanzar el acuerdo y la convivencia productiva de novedades en el proceso histórico. Convendría convenir, a esta altura de la discusión, que para un buen análisis crítico sería útil y saludable colaborar en el pensamiento conjunto, y evitando cualquier pretensión de determinismo, de verdad absoluta, y de que una sola teoría lo explique todo.

          (Cabe añadir que en la fecha de la publicación original el 13/4/2015, se escribió un comentario en el video de la ponencia que motivó este escrito, copiando el primer párrafo y las primeras dos oraciones del segundo, ofreciendo al interlocutor más argumentos si se mostrara dispuesto al diálogo. Cuatro meses después, a la fecha de esta publicación revisada, 23/8/2015, el periodista Alejandro Borgo aún no ofreció respuesta a tal ofrecimiento)

Bibliografía consultada:
  • (1) Ibañez, Tomás (1992): "La 'tensión esencial' de la Psicología Social", en Páez, D., Valencia, J. et al.: Teoría y método en Psicología Social, Barcelona, Anthropos.
  • (2) Tarnas, Richard (2006). "Cosmos y Psique. Indicios para una nueva visión del mundo." Traductor: Marco Aurelio Galmarini. Colección Memoria Mundi. Cartoné. Vilaür: Ediciones Atalanta.
  • (3) Citado en "The student's critical thinking guide to science and astrology. Lessons for informed evaluation, by Ken McRitchie" publicado en ISAR International Astrologer, Vol. 36(1), pp. 36-42, 2008., Recuperado el 13/04/2015 de http://www.theoryofastrology.com/evaluation/evaluation.htm , (traducción al español en http://astrologiaexperimental.com/2014/03/21/guiaanalisiscienciaastrologia/
Bibliografía recomendada:
  • Richard Tarnas "The Role of Astrology in a Civilization in Crisis" © The Astrological Association of Great Britain / 3/2/2014, recuperado de http://www.astro.com/astrology/aa_article140203_e.htm el 13/4/2015
  • Aleister Crowley y Evangeline Smith Adams "The General Principles of Astrology" Beta Hymenaeus (prefacio)
Artículo de difusión libre con previo consentimiento del autor.
Escrito por Nicolás Boqué en Buenos Aires, el 13/4/2015.

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